
Paso de la Sagrada Cena
El paso de misterio de la Sagrada Cena representa el instante de la celebración de la última cena de Cristo con los apóstoles en el cenáculo en Jerusalén, momentos antes de su pasión. Se encuentra narrado en Mt 26, 17-35, Mc 14, 12-31, Lc 22, 7-38 y Jn 13, 1-38, además de una mención en la Primera Carta a los Corintios 11, 23-26.
En cuanto al paso de la Sagrada Cena de Cáceres, se trata de un conjunto escultórico diseñado, tallado y policromado por el imaginero sevillano Antonio Joaquín Dubé de Luque entre los años 1994 y 2009. Cuando procesiona, presenta la particularidad de la ubicación de la imagen del Señor, situado delante de la composición, bendiciendo el pan y el vino rodeado de su grupo de apóstoles más cercanos (Pedro, Santiago y Juan) y de Judas Tadeo. Detrás, se encuentra la mesa con el resto del colegio apostólico dispuesto alrededor de ella y el Cordero Místico encima de esta.
Dentro de la producción de Dubé de Luque, supone una ruptura con la clásica concepción iconográfica de este pasaje evangélico en la que el Señor suele situarse detrás de la mesa y al final de la escena, dado que aquí el autor quiso adelantarlo para mejorar la visión del mismo (tendencia que se dio en la composición de los misterios de la ciudad de Sevilla a mediados del siglo XX, lo cual llevó incluso a reformar la disposición de los que existían con anterioridad). Con ello, además, el imaginero quiso incorporar al espectador de las calles dentro de la composición, puesto que el Señor fracciona el pan o bendice el cáliz no solo para los apóstoles, sino para todo aquel que lo contempla mientras recorre las calles de la ciudad de Cáceres. Un rasgo sin duda muy propio de la producción de este escultor, quien, a pesar de la tendencia clásica en los acabados de sus imágenes, siempre intentó aportar algo nuevo cuando componía la escenografía de sus pasos con el objetivo de realzar en todo momento la figura de Cristo.
Sobre la mesa (estrenada en 2006 y realizada por Meneses Carpinteros, de Cáceres) se disponen el Cordero Pascual (ya descrito en el apartado de "Titulares"), un frutero de plata de ley adquirido en Joyería Jambor, Cáceres, en febrero de 2009 y estrenado el día de la bendición del Cordero Místico y, cuando no lo lleva el Señor en sus manos, un cáliz. La cofradía posee tres cálices que se van alternando según decisión de sus camareros. Dos en metal plateado, cincelados y repujados por el taller de Manuel de los Ríos Navarro, Orfebrería Andaluza, en 1995 y 2002, respectivamente; y el tercero en plata de ley, del siglo XVIII, con sencilla decoración de gallones en peana y fuste, que fue donado por Francisco Jardín Arribas, restaurado y sobredorado en 2002 por el mencionado taller de orfebrería. En 2023 se restauró y doró de nuevo y se adaptó para que el Señor lo pudiese portar en sus manos.
En la delantera del paso se pueden observar los motivos del Lavatorio, jarrón y palangana, que fueron diseñados y realizados en metal plateado con decoración vegetal por el taller de orfebrería de Manuel de los Ríos Navarro y estrenados en la Semana Santa de 1996. La palangana fue donada por Julián Morán y Ángela Bermejo, y la jofaina por María Jesús Morán y Luis García. Destaca en la jarra la presencia de dos vieiras doradas en alusión a la parroquia donde la Cofradía tiene su sede canónica. Se completa con una toalla que varía cada año de entre las que posee la hermandad.
El conjunto procesiona sobre unas andas de madera de caoba de Brasil cuyo boceto corresponde a la mano de Dubé de Luque y el diseño, proyecto y ejecución, a Meneses Carpinteros en 1995. Fueron ampliadas en el año 2000 por el mismo taller. Completan su decoración seis artísticas cartelas de estilo barroco talladas por Francisco Verdugo en madera de caoba de Brasil entre los años 2001 (laterales) y 2002 (delantera y trasera).Estas cartelas albergan seis óvalos en plata de ley con escenas alegóricas de la Eucaristía, inspiradas en el Antiguo y el Nuevo Testamento, todas ellas diseñadas y repujadas por Orfebrería Andaluza, Manuel de los Ríos Navarro e Hijos, en el año 2003. Las escenas son: en el frontal, "Los discípulos de Emaús" (donada por Concepción Pareja-Obregón Posse); en la trasera, "El sacerdote Melquisedec"; en el lateral izquierdo, "El maná" (donado por Manuel Amado Marchena) y "La multiplicación de los panes y los peces" (donada por Cándida Gregorio Lancho); en el lateral derecho, "El sacrificio de Isaac" y "Las bodas de Caná" (donada por Amparo Carpintero Domínguez).
En el año 2022 se estrena una campana en bronce fundido, realizada por Campanas Rivera en Montehermoso (Cáceres), para sustituir al llamador que se usaba anteriormente, con la intención de facilitar la escucha de los avisos dirigidos por el jefe de paso a los hermanos de carga. Los varales están rematados por unas macollas en metal dorado diseñadas en estilo barroco y cinceladas por el taller de orfebrería ya mencionado. Destaca en su decoración la presencia de una cabeza alada en la parte delantera, que va a conjunto con las que aparecen en los cuatro chaflanes de las andas. Fueron contratados en mayo de 1995 y estrenados en la Semana Santa de 1996.
Paso de Nuestra Señora del Sagrario
Peana
Diseñada y ejecutada en metal plateado por el taller de Orfebrería Andaluza, Hermanos de los Ríos, se estrenó en el triduo a Nuestra Señora del Sagrario en diciembre del año 2020. La pieza es de estilo renacentista y está profusamente repujada, a tres caras, con forma de cuello de cisne y achaflanada en sus esquinas. Cada uno de los paños se articula a partir de una cartela central a cuyos lados aparece decoración con hojas de acanto y motivos florales con una disposición simétrica. Recorre la parte inferior un friso de clásicas ovas muy del gusto de la decoración propia siglo XVI. También presenta motivos inspirados en el propio templo de Santiago y de la ciudad. De la parroquia se toman los carretes de las esquinas, que imitan los remates superiores de los imponentes contrafuertes del exterior. Las cabezas aladas, tanto de las cartelas como de los tondos laureados de las esquinas, se inspiran en las que hay en la parte superior del sepulcro de Sancho de Figueroa y en el exterior del propio templo. La crestería alude al maravilloso remate plateresco del palacio de los Golfines de Abajo.
La peana se complementa con un peanín desmontable con decoración plateresca a base de cartelas y motivos florales circulares que se emplea como peana de la Virgen del Sagrario en su altar de diario.
La pieza presenta un cuidado estudio mariológico en su iconografía y en la decoración escogida para cada paño, que remite siempre a la advocación de nuestra titular mariana. Dicha iconografía fue proyectada por Ricardo Fernández Hernández, que colaboró en el diseño de la pieza. Su motivo principal es ensalzar a María como Arca de la Nueva Alianza, algo intrínsecamente relacionado con la advocación de Nuestra Señora del Sagrario. De ese modo, se puede comprobar cómo esta advocación que se reza todos los días en las letanías del santo rosario aparece resumida en las tres escenas o cartelas que se presentan y centran cada uno de los tres paños: en el lado derecho, se encuentra la escena del traslado del Arca de la Alianza a Jerusalén con el rey David tocando y bailando delante de ella; en la central, la Anunciación; a la izquierda, la Visitación.
¿Cuál es el significado del Arca? En el Antiguo Testamento, es el símbolo de la presencia de Dios en medio de su pueblo, del pueblo de Israel. Por ello, se muestra cómo el Arca de la Alianza era, después de Dios, el objeto más sagrado sobre la tierra, pues llevaba la palabra escrita de Dios (los diez mandamientos de la ley), el maná y la vara de Aarón, que representaba al sumo sacerdote (Nm 17, 1-23). Pero el símbolo ya ha cedido el puesto a la realidad. Así, el Nuevo Testamento nos dice que la verdadera arca de la alianza es una persona viva y concreta: es la Virgen María. Por este motivo, en el lado derecho de la peana aparece representada la escena narrada en II Sam 6, 5-14; esto es, el momento en el que David danza delante del Arca de la Alianza en su camino desde Balaá de Judá a Jerusalén. Es la misma alegría que recibe san Juan Bautista en la visitación a santa Isabel por la presencia de Cristo encarnado en el vientre de María Santísima.
En el Nuevo Testamento se nos muestra que, después de la Santísima Trinidad, la persona más importante es la Madre de Jesús, en quien el Verbo de Dios se hizo carne y puso morada entre nosotros (Jn 1, 14). Al igual que el Arca de la Alianza, María llevó en su vientre la Palabra de Dios (el Verbo). Por eso, en la cartela central aparece la escena de la Anunciación (Lc. 1, 26-38), que indica uno de los momentos más importantes de su vida: la aceptación de la misión que Dios le tenía preparada, esto es, ser su madre. Y así, por el anuncio del Ángel y el sí de María, la Palabra de Dios se hizo carne y la Virgen se convierte en Sagrario de Dios. La representación de esta cartela está basada en la pintura extremeña del siglo XVI para que todo el estilo predominante de la peana sea uniforme.
La tercera escena es la Visitación de María a santa Isabel, la primera "procesión del Corpus", en la que Nuestra Señora fue la custodia, el Sagrario que llevó a Cristo vivo y realmente presente hasta la casa de su prima. El Evangelio de san Lucas (Lc. 1, 39-56) muestra cómo María se pone en camino hacia la montaña para llegar de prisa a una ciudad de Judá y dirigirse a la casa de Zacarías e Isabel. Pero no entra sola. Entra llevando en su seno al Hijo, que es Dios mismo hecho hombre. Y el Espíritu Santo es quien, ante aquella que lleva a Dios encarnado, abre el corazón de Juan Bautista en el seno de Isabel y ella exclama: "En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre" (v. 44). Aquí el evangelista san Lucas usa la palabra "skirtan", es decir, "saltar", el mismo término que se encuentra en una de las antiguas traducciones griegas del Antiguo Testamento para describir la danza del rey David ante el arca santa que había vuelto finalmente a la patria (2S 6, 16), escena de la primera cartela a la que ya se ha hecho referencia. Juan Bautista en el seno de su madre danza ante el arca de la Alianza, como David; y así reconoce que María es la nueva Arca de la Alianza.
Ya en las esquinas, dos tondos laureados que contienen sendas cabezas de ángeles aladas hacen referencia a los querubines que custodiaban el Arca de la Alianza y que aparecen descritos en Ex 25, 18-20. Aquí, estos querubines custodian la nueva arca, el Sagrario de Dios, Reina de los Apóstoles, que fue concebida sin pecado original para cumplir la misión que Dios le encomendó.
Frontales de las andas
El diseño, elaborado por el insigne orfebre sevillano Manuel de los Ríos Navarro, fue aprobado por la junta de gobierno el 7 de julio de 1998. Han sido cincelados y repujados en metal plateado por el mismo taller de Orfebrería Andaluza, pero ya regentado por sus hijos Joaquín y Manuel. Se estrenaron en la procesión magna mariana en honor a la Virgen de la Montaña el 5 de octubre de 2024, veintiséis años después de la bendición de la Dolorosa y de la presentación del diseño para su aprobación. El modelado de las imágenes de las capillas y de los bustos de los apóstoles corresponde al imaginero hispalense Mariano Sánchez del Pino. La iconografía, como ocurre con la peana, fue ideada por Ricardo Fernández, quien modificó la original para que aportase un discurso mucho más uniforme y con un sentido mariológico más rico que aludiera en todo momento no a la institución que lo encarga, sino a la persona representada.
Las piezas tienen forma rectangular. Dos molduras recorren el perímetro superior y el inferior, dejando en el centro una banda donde se dispone toda la ornamentación calada, la cual se basa en motivos vegetales que repiten un mismo esquema a lo largo de toda la obra: dos grandes roleos de acanto enfrentados que parten de un elemento central rematado con una venera. Entre ambos perímetros se intercalan capillas, cartelas y tondos laureados con diferentes escenas que se detallan seguidamente. Con respecto a las capillas, se encuentran dos tipologías: las centrales de cada uno de los paños presentan un diseño inspirado en las portadas renacentistas y compuesto a base de un gran arco avenerado, que alberga la imagen y que queda flanqueado por decoración en forma de candelieri y por dos pilares cuadrangulares en los extremos. En la parte superior aparece un friso y, sobre él, un frontón triangular cuyos tímpanos acogen los relieves del Padre Eterno o el Espíritu Santo, según dónde esté situado.
El otro diseño corresponde con el de las capillas que se sitúan en las esquinas, inspiradas en el magnífico balcón de esquina del palacio de Godoy, ideado por el arquitecto Pedro de Marquina en 1563.
Y en la parte superior de todo el perímetro del paso, vuelve a encontrarse la crestería conformada por piezas caladas en las que aparecen dos grifos enfrentados, que se inspiran en la crestería del palacio de los Golfines de Abajo, labrada por Alonso de Torralba en 1534 por encargo de Sancho de Paredes Golfín.
Con respecto a la iconografía, los cuatro frontales nos acercan al papel de la Virgen María en la redención del ser humano, misión encomendada a Jesucristo en su encarnación. Comenzando con el frontal delantero, si lo vemos de frente, observaremos que se encuentra presidido por una capilla central que alberga una imagen de la Inmaculada Concepción. En el frontón superior de dicha capilla, aparece, entre nubes, Dios Padre bendiciendo con su mano derecha y sujetando el orbe con la izquierda. Con ello se hace alusión, precisamente, al misterio que se contempla cuando celebramos el triduo y el besamanos de Nuestra Señora del Sagrario en el mes de diciembre.
Pero ¿por qué tuvo que preparar Dios a una mujer para encarnarse? Nos lo va a indicar la capilla lateral izquierda, donde aparecen Adán y Eva siendo expulsados del Paraíso por la soberbia que los llevó a desobedecer a Dios. Por ese pecado, Dios cerró las puertas del Cielo, que no se abrirán hasta la tarde del Viernes Santo cuando Cristo expira en la Cruz. Con esta bella composición, inspirada en modelos italianos, comienza también el discurso del resto del paso. Desde que fuimos expulsados del Edén, Dios tuvo que empezar a pensar la manera de revertir esa situación, esto es, que se abriesen de nuevo estas puertas del Cielo, es decir, la redención. Pero saldar una deuda divina solo puede hacerse con una víctima divina: comienza Dios a pensar en su encarnación y a buscar el momento propicio. Pero, para ello, precisaba de una mujer que fuese el más puro Sagrario que lo gestara. Motivo por el que María –mujer pensada por Dios desde ese momento para ser su Madre– es concebida sin mancha de pecado original en el seno de santa Ana, es decir, Inmaculada (por eso la vemos en la capilla central del paso). En la capilla de la derecha, se puede observar el abrazo de Joaquín y Ana ante la puerta dorada del templo de Jerusalén, manera de representar hasta el siglo XVI el dogma de que la Virgen es engendrada sin pecado original en el seno de su madre. Por tanto, en el frontal delantero vemos el porqué de María y de su ser puro, inmaculado y santo. Se completa con cartelas en las que se aprecian dos jarrones con exentos ramitos de azucenas que aluden a esta pureza, así como los altorrelieves de san Pedro (como cabeza de los apóstoles) y Santiago el Mayor (titular de nuestra sede canónica). Si los discípulos aparecen en el paso de misterio de la Última Cena, en el de la Virgen también, pues a Ella la invocamos en las letanías del rosario como Reina de los Apóstoles, algo muy relacionado con nuestra cofradía.
En el frontal izquierdo, se encuentra una única capilla que continúa con el relato del anterior. Hemos visto cómo Dios prepara a una mujer, ¿para qué? Para ser su Madre. Por eso aparece la Virgen con el Niño Dios al modo de las maternidades del siglo XVI (hay que aclarar que el relato previo de la Anunciación aparece en la peana donde procesiona la imagen de la Virgen del Sagrario, explicada más arriba). La decoración de esta capilla será la misma que la frontal, con única variación de la imagen del frontón, en el que se muestra al Espíritu Santo en forma de paloma. El resto de la pieza presenta cuatro cartelas que aluden a virtudes de la Virgen relacionadas con su ser Madre de Dios. En la primera, su caridad y generosidad a la hora de aceptar esta misión y decir sí al ángel Gabriel, que queda simbolizado en una rosa. En la segunda, su virginidad perpetua y su pureza, representadas en un huerto cerrado. En la tercera (cartela con una fuente representada), su ser fuente de una nueva vida, pues de su maternidad divina ha brotado para la humanidad la verdadera vida: Jesucristo. En la cuarta (cartela con unas espigas), su condición de ser el primer Sagrario de la humanidad. En estas cartelas, los apóstoles representados son santo Tomás, san Simón, san Judas Tadeo y Judas Iscariote.
Con respecto al frontal posterior, hay solo dos capillas en las esquinas, pues la central tuvo que quitarse al quedar cubierta por el manto de la imagen de Nuestra Señora del Sagrario. En la capilla izquierda se observa la escena de las Bodas de Caná, el primer milagro que hizo Jesús en su vida pública, precisamente por intercesión de su Madre. Aparte de madre, María es también la perfecta intercesora por nosotros ante su Hijo, como hizo por los novios de aquella boda. Es una bellísima y atrevida composición en la que aparecen Jesús y, arrodillada a sus pies, María ofreciéndole un cántaro como signo de esa petición de la conversión del agua en vino. En el lado derecho, María aparece a los pies de la Cruz, ofreciendo también la vida de su Hijo para nuestra salvación como colaboradora, como corredentora en el Calvario, con lo cual acepta una vez más la voluntad de Dios. Y es en ese momento cuando Jesús la deja como herencia a toda la humanidad para que sea por siempre su Madre. María, además de ser la Madre de Dios, intercesora nuestra, cooperadora en nuestra salvación, es nuestra Madre. En las cartelas, aparecen dos relieves con el sol y la luna formando un único conjunto que hace alusión a un versículo del Cantar de los Cantares: "¿Quién es esta que surge cual aurora, bella como la luna, refulgente como el sol, imponente como batallones?" (Cant 6, 9). La luna refiere a esa mediación de la Virgen de la que hablan ambas capillas; el sol, al poder de la mediación. Los apóstoles que aparecen aquí son san Juan y san Mateo.
El último frontal, el derecho, vuelve a presentar una única capilla en su centro, la cual alberga una imagen de la Asunción inspirada en modelos de Roque Balduque. María, por su fidelidad a la voluntad del Padre, es premiada con la gloria a la que asciende en cuerpo y alma para seguir desde allí velando e intercediendo por nosotros ante su Hijo. Las cartelas de este último frontal son cuatro. En una de ellas, aparece un espejo, con lo cual se hace referencia a la perfección en el alma de María que hizo posible esa asunción al cielo y que todos los días recordamos cuando, en las letanías del rosario, la invocamos como Espejo de Justicia, pues es el reflejo de la perfección de Dios ("Es un espejo de la luz eterna, un espejo sin mancha de la actividad de Dios, una imagen de su bondad". Sab 7, 26). En otra cartela se puede ver una puerta porque María es la Puerta del Cielo, es decir, la puerta por la que entró en el mundo el Salvador y por la que podemos entrar si queremos llegar al Cielo: a Dios por María. Las otras dos cartelas, situadas en los extremos, tienen un relieve con un ramo de lirios, símbolo de su pureza y virginidad perpetua, y un racimo de uvas por el carácter sacramental de la cofradía. Los apóstoles representados en este frontal son san Andrés, san Felipe, san Bartolomé y Santiago el Menor.
Y faltaría una escena fundamental en la vida de la Virgen, como es su coronación como reina de la creación. No falta, es precisamente la propia imagen de Nuestra Señora del Sagrario, que aparece coronada con corona real sobre la cabeza, cerrando así el ciclo iconográfico del paso, que pretende ser una catequesis sobre el protagonismo de María en la historia de nuestra salvación y sobre la verdadera importancia que debemos darle en nuestra vida de fe.
Candelería
Proyectada por el Taller de Orfebrería Andaluza, su diseño fue aprobado por la junta de gobierno el 16 de septiembre de 2003, de modo que el 2 de octubre de 2004 se encargaron los dos primeros candelabros, realizados en plata de ley. Corresponden a la primera tanda de candelería, se estrenaron en la Semana Santa de 2005 y fueron donados por personas anónimas. En 2020, una devota de la Virgen, en acción de gracias por un favor concedido, dona, para el altar de diario de Nuestra Señora del Sagrario, cuatro candelabros que serán utilizados también para la candelería del paso; fueron estrenados en el triduo de la Virgen de ese mismo año, junto a la peana de procesión, tal como ya se ha indicado. Para la procesión magna mariana en honor de la Virgen de la Montaña del 3 de octubre de 2024, se estrenaron los restantes seis candelabros de la primera tanda, que completaban así el juego de ocho destinados a portar las velas rizadas pequeñas del frontal. Esos candelabros también fueron donados por diferentes devotos de la bendita imagen.
Estos candelabros siguen un diseño renacentista basado en las dos grandes columnas del retablo mayor de la parroquia de Santiago, ideado por el genio de Alonso Berruguete en 1557. Constan de una base formada por tres caras trapezoidales articuladas a partir de una cartela central formada por cueros recortados y ornamentación vegetal que contienen el anagrama de la Virgen, la custodia en alusión a la cofradía y una venera con la cruz de Santiago. Esas caras quedan enmarcadas por volutas en forma de S invertida, con el remate inferior, del que parten las patas, más desarrollado.
El fuste se compone de dos partes: una inferior con nudetes cincelados con hojas de acanto y el segundo, que parte de un nudo central decorado con gallones y tres volutas, un fuste estriado con guirnaldas a media altura que se remata con el plato, ornamentado igualmente a base de gallones. El cubillo es liso.

Llamador del paso
Fue diseñado y ejecutado en plata de ley por Manuel de los Ríos Navarro, Orfebrería Andaluza, y estrenado el Jueves Santo de 2002. El boceto, aprobado por la junta de gobierno el 15 de febrero de 2001, es un proyecto exclusivo para la cofradía, como lo demuestra la representación de nuestro escudo y la torre de la parroquia de Santiago. A esta última acompaña un ángel que porta un cáliz con una filacteria que reza "Cuerpo de Cristo". En la base del llamador podemos encontrar una pareja de ángeles que, sobre nubes, sostienen un racimo de uvas y un haz de espigas. En el centro de ambos, se observa una cartela con una custodia grabada. Fue el llamador del paso de la Sagrada Cena hasta su sustitución en 2022 por la campana.
Paso del Triunfo de la Eucaristía
Imagen de bulto redondo tallada en madera de cedro, estofada y policromada por Antonio Dubé Herdugo. La parte del dorado para el cáliz y los estofados los realiza en su taller de Sevilla Abel Velarde que, en ese momento, estaba asociado con Justiniano Sánchez y se hacían llamar "Abel y Justo doradores".
El contrato de realización de dicha imagen fue firmado el 24 de septiembre de 2011 según el boceto presentado a la junta de gobierno de la cofradía el 11 de agosto de ese mismo año. Fue bendecida el 21 de marzo de 2013 por el entonces vicario parroquial D. Francisco Javier Romero Rodríguez.
Es uno de los dos pasos alegóricos que desfilan en la Semana Santa de Cáceres y representa la victoria de la fe católica, simbolizada por la Eucaristía, sobre la idolatría y la herejía. Para ello se representa la figura alada de un ángel que porta en su mano izquierda con gesto triunfante un cáliz con la sagrada Eucaristía y que lo señala con la mano derecha.
El ángel se concibe como un ser andrógino, joven, de cabellos rizados y expresión serena, con una postura dinámica, que se apoya sobre el pie izquierdo mientras tiene la pierna derecha retrasada y apoyada sobre una nube estofada con pan de oro blanco, de la que sobresalen tres graciosas cabezas aladas cuyos rostros manifiestan un gran realismo en sus expresiones.
Se observa en él un contraposto que deriva de modelos manieristas y un auténtico virtuosismo a la hora de concebir sus ropajes, muy movidos y muy bien resueltos, consistentes en una túnica roja de mangas cortas, de modo que quedan al descubierto el cuello y parte del pecho, y abierta en la zona inferior, lo cual deja ver el avance de la pierna izquierda. Está sobrevestido con un rico roquete de intenso verde y pedrería que se ciñe con cíngulo dorado en la cintura. Calza unas medias botas marrones que dejan al descubierto los dedos de los pies y que están adornadas con elementos geométricos y pedrería. Como remate de las botas, encontramos una tela dorada que rodea la pierna y se sujeta al frente con una piedra azul.
Como hemos dicho más arriba, el ángel porta en su mano izquierda un sencillo cáliz de madera dorada del cual asoma la Sagrada Forma, que está policromada por Antonio J. Dubé de Luque y en la que quiso representar el busto del Señor de la Eucaristía.
La imagen procesiona sobre artísticas andas de orfebrería, diseñadas por el Taller de Orfebrería Andaluza, Hermanos de los Ríos, en 2017, y contratadas en febrero de 2019 para ser estrenadas en una primera fase en junio de ese mismo año y en su totalidad en la procesión de san Judas Tadeo del mes de octubre.
Esas andas se componen de dos partes: una superior, que es un peanín desmontable donde va anclada la propia imagen, y otra inferior, que son las andas propiamente dichas. La peana superior se apoya sobre una base decorada con clásicas ovas. Se trata de un cuerpo trapezoidal, enmarcado por grandes volutas en forma de S invertida, cuyos pabellones se encuentran repujados con ornamentación vegetal. En la parte frontal se sitúa el escudo de la cofradía.
La parte inferior, que forma las andas, consta de cuatro frontales compuestos, cada uno de ellos, por dos grandes paños que se articulan a partir de una cartela central de la que salen a ambos lados dos grandes roleos vegetales en forma de S. Completan el diseño de cada frontal tres cartelas en el centro y en los extremos, de las cuales la central es mayor que las de los extremos. Y en todas ellas se muestran diferentes motivos eucarísticos que se detallan a continuación.
Su diseño se basa en un estilo en el que predominan elementos neomanieristas y neobarrocos, donde la decoración se centra en lo vegetal, con los característicos roleos de hojas de acanto, y cartelas de cueros recortados en los que se alternan escenas eucarísticas y, en latín, la frase que aparece en el evangelio de San Juan, capítulo 1, versículo 29, referida a la confesión que el Bautista hace de Cristo cuando lo ve antes de su bautismo en el río Jordán y que el sacerdote reza cuando nos muestra la Sagrada Forma antes de la comunión: "Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo".
Toda la iconografía del paso, diseñada por nuestro hermano Ricardo Fernández, gira en torno a cuatro aspectos de la Eucaristía: como sacrificio (frontal); donación a los demás (izquierdo); el Espíritu Santo, hacedor de todo (trasera); y como ofrenda del pueblo de Dios para el perdón de los pecados (derecho). Estas cuatro dimensiones del sacramento se reflejan en cartelas que representan tanto escenas del Antiguo como del Nuevo Testamento, algo que también se hizo en las de plata del paso de la Sagrada Cena, pero en esta ocasión con una temática diferente. Con esta elección, lo que pretendemos desde la cofradía es otorgar una unidad a nuestro discurso catequético, de modo que vaya relacionado con su carácter sacramental. Lo desgranaremos frontal a frontal.
El delantero está dedicado a la Eucaristía como sacrificio, puesto que cada vez que celebramos la santa misa estamos rememorando el de Cristo en la cruz, sacrificio que nos abrió las puertas del cielo. Por este motivo, en la cartela central se ha dispuesto el Agnus Dei, es decir, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Para las escenas parejas que flanquean la central se han escogido dos aspectos del sacrificio, uno del Antiguo Testamento y otro del Nuevo. En la izquierda, el sacrificio de Abel, del Antiguo Testamento, pues en el canon de la misa se menciona junto a los de Melquisedec y Abrahán, todos los cuales aparecen también en sendos relieves del paso de la Sagrada Cena. Por tanto, este frontal representa una prefiguración de la muerte de Cristo en el Antiguo Testamento. Narra el momento en el que Yahvé elige entre la ofrenda de los frutos de Caín y la de los primogénitos de las ovejas de Abel, que resulta ser la elegida. El propio sacrificio de la cruz está simbolizado en los "Arma Christi", esto es, los instrumentos de la pasión que aparecen en la cartela derecha. Los dos óculos que se encuentran en los extremos llevan grabados a lo largo de los cuatro frentes la frase a la que aludíamos antes que pronuncia san Juan Bautista acerca de Jesús momentos antes de su bautismo. El porqué de este pasaje se asocia a la actitud que tiene el Ángel anunciando al Señor de la Eucaristía, cuyo rostro aparece pintado en la sagrada forma del cáliz que sostiene. Es, además, el testimonio que damos cuando procesionamos con nuestro titular la víspera del Corpus Christi y lo que confesó san Judas Tadeo durante su vida y que le supuso el martirio en Persia.
El lateral izquierdo está dedicado a la Eucaristía como donación a los demás. Por ello, en la escena central se ha dispuesto la adoración de la Preciosa Sangre por parte de dos ángeles. Se pone en relación con la donación que hace Cristo de su sangre para la remisión de nuestros pecados, lo cual, a su vez, es la fuente de la que manan los sacramentos de la Iglesia para nuestra salvación. Cristo se entrega para que tengamos vida y, en reciprocidad, para que nosotros la donemos. A propósito de esta dimensión, en los relieves está representado el pelícano, pues, según una antigua leyenda muy difundida en los bestiarios medievales, en tiempos de escasez esta ave nutría a sus crías con la sangre que, con su propio pico, sacaba de su pecho. Tan admirable comportamiento condujo a relacionar el pelícano con Jesucristo, el cual ofrece su propio cuerpo y su sangre en la cruz y en la Eucaristía para la salvación del género humano. En la otra cartela aparecen los motivos del Lavatorio de los Pies, siempre asociado a la dimensión más caritativa de la Iglesia a imitación del gesto que Jesús tuvo con sus apóstoles en la tarde del Jueves Santo. En sendos óculos, continúa la confesión del Bautista iniciada en el frontal y que recorre todo el perímetro de las andas: "Tollit Peccata" (Tú que quitas los pecados).
La parte posterior del paso está dedicada al Espíritu Santo como hacedor de todo lo que el resto de las andas pretenden transmitir. El motivo central lo muestra en forma de paloma, como se le menciona en el pasaje del bautismo del Señor en el Evangelio de san Lucas. En la cartela de la izquierda aparece cincelado el anagrama de la Virgen María, que está coronado en alusión al misterio de la Encarnación, puesto que el Espíritu Santo es quien lo lleva a cabo, como también realiza, por mediación de las palabras que pronuncia el sacerdote en cada eucaristía, la consagración del pan y del vino, representada en la cartela de la derecha con las dos manos alzando la Sagrada Forma. Por tanto, hoy tenemos la Eucaristía porque Dios se encarnó y por la acción del Espíritu Santo, al cual se invoca en cada epíclesis. Hay que aclarar que en el óculo derecho aparece Jn 1, 29 porque es el pasaje evangélico donde se narra la confesión del Bautista que circunda las andas.
El lateral derecho se dedica a la Eucaristía como ofrenda del Pueblo de Dios para el perdón de sus pecados y la salvación de las almas. En el centro aparece una escena de la la Eucaristía en una custodia adorada por dos ángeles turiferarios. Se complementa con dos relieves. En el de la izquierda, está representado Aarón, primer sacerdote del Antiguo Testamento elegido por Yahvé, lo cual nos habla de la prefiguración del sacerdocio católico y del eterno de Cristo en el cielo. Por ello, y en relación precisamente con esta última idea, en la cartela de la derecha se representa el sacerdocio del Nuevo Testamento en la iconografía de Jesús como sumo y eterno sacerdote. Gracias a este ministerio de la ordenación es posible la Eucaristía hoy como ofrenda a Dios Padre aquí en la tierra, como a su vez lo hace Jesucristo en el cielo mostrando sus llagas. En los óculos de los extremos podemos leer "miserere nobis", continuación de la frase que se ha representado en los espacios anteriores, con la cual la Iglesia pide diariamente misericordia por nosotros a Dios Padre al celebrar el santo sacrificio del altar.
Esta es la descripción iconográfica e iconológica de estas andas que nada se deja a la improvisación, de manera que todo en ellas conlleva una clara intención catequética y evangelizadora, aspecto que el arte sacro nunca debe perder ni puede abandonar. Como dijo el papa Benedicto XVI en 2007, "La tarea que ha de llevar a cabo el arte es hoy una de las más importantes, la de mostrar a los hombres la belleza de Dios, uniéndola a la belleza de las cosas".

